Papá, aún no sé lo que siento. Por supuesto que siento tristeza de que te hayas ido, pero creo que todavía no me doy cuenta de lo mucho que he perdido y que en algún momento me voy a dar cuenta de la perdida y me voy a hundir.
Me falta escuchar tu voz y tu risa con la familia. Quejándose de aquello, carcajeandote de lo otro. Me voy dando cuenta que esa voz que llevo escuchando cuarenta años ya no va a sonar nunca más y me asusta pensar en ello.
Me acabo de dar cuenta de algo más: lo masivamente importante que eras para todos. Eras el centro de la familia, de tus hermanos. Porque ayudabas, porque te metías a opinar... por cualquier razón ahí estabas. Tal vez debería intentar acercarme a ellos y tratar de conocerte más a través de ellos.
Después de 40 años siento que no te conozco como debería. Me quedé pensando en cuál era tu comida favorita y no me acuerdo. En cuál era tu canción favorita y no sé. No eras muy de leer pero a lo mejor tenías un libro favorito y no lo sé. Te gustaba escuchar noticias.
Siempre dependí mucho de ti y de tu presencia. Si algo fallaba en la casa, siempre te llamaba. Fuera la luz o el agua o alguna cosa rota. Siento que aprendí a ser muy independiente y que yo sabré cómo hacer mi vida sin ti, pero me da ansiedad saber que ya no estarás ahí, si todos mis intentos fallan, y necesito preguntarte cómo hacer tal cosa.
¿Dónde dejaste tus herramientas? Ya no sé. Ya nunca sabré.
¿Dónde se abre el gas y el agua caliente y dónde se prende la bomba de agua? Quisiera saber.
Lloro mucho pero no sé qué más hacer. Te voy a extrañar pero sé que voy a estar bien. No sé cómo expresar lo que siento. El vacío que siento me aterra y el entumecimiento emocional que siento es inmenso.
Papá, te voy a extrañar.
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